La iglesia del Robo video
miércoles, 16 de diciembre de 2009
LA IGLESIA DEL ROBO
Varios sacerdotes subía cierta mañana por la quebrada de Jerusalén. Ibán llenos de preocupación. A poco rato se detuvieron. ¡Cuál no sería su sorpresa al ver en el suelo el copón y las hostias perdidos!
¿Qué había sucedido?
-Unos ladrones habían cometido ese sacrilegio. Hasta dar con ellos hubo procesiones. Españoles e indios salieron a las calles de Quito. Llevaban imágenes de santos y crucifijos e iban arrastrando cadenas y grillos. Algunas personas caminaban azotándose o puestas en cruz.
-¿Y para qué hacían todo eso?
Para calmar la furia de Dios. Decían que a Quito llegaría una terrible peste.
La procesión salió de la Iglesia de Santa Clara. Siguió hasta el convento de Santo Domingo. De allí pasó a Santa Catalina. Luego se dirigió a las iglesias de la Compañía y La Catedral.
¿Qué pasó con los ladrones?
No aparecían por ningún lado. Entonces se organizó otra procesión tan grande y devota como la primera pero tampoco se dio con los ladrones. Cierto día fueron descubiertos por una india. Habían pensado que la caja del Santísimo era de plata maciza y guardaba joyas muy finas. Pero no hallaron sino el copón y las hostias. Por eso los botaron en la quebrada y luego huyeron a Conocoto.
¿Qué castigo recibieron los ladrones?
El morir ahorcados, arrastrados y descuartizados.
¿Se cumplió esa orden?
Al pie de la letra. En el lugar donde los religiosos encontraron los objetos sagrados se levanta hoy la Iglesia del robo.
¿Qué había sucedido?
-Unos ladrones habían cometido ese sacrilegio. Hasta dar con ellos hubo procesiones. Españoles e indios salieron a las calles de Quito. Llevaban imágenes de santos y crucifijos e iban arrastrando cadenas y grillos. Algunas personas caminaban azotándose o puestas en cruz.
-¿Y para qué hacían todo eso?
Para calmar la furia de Dios. Decían que a Quito llegaría una terrible peste.
La procesión salió de la Iglesia de Santa Clara. Siguió hasta el convento de Santo Domingo. De allí pasó a Santa Catalina. Luego se dirigió a las iglesias de la Compañía y La Catedral.
¿Qué pasó con los ladrones?
No aparecían por ningún lado. Entonces se organizó otra procesión tan grande y devota como la primera pero tampoco se dio con los ladrones. Cierto día fueron descubiertos por una india. Habían pensado que la caja del Santísimo era de plata maciza y guardaba joyas muy finas. Pero no hallaron sino el copón y las hostias. Por eso los botaron en la quebrada y luego huyeron a Conocoto.
¿Qué castigo recibieron los ladrones?
El morir ahorcados, arrastrados y descuartizados.
¿Se cumplió esa orden?
Al pie de la letra. En el lugar donde los religiosos encontraron los objetos sagrados se levanta hoy la Iglesia del robo.
El gallo de la catedral
Había una vez un hombre muy rico que vivía como príncipe. Muy por la mañana comía el desayuno.
-¿no se toma el desayuno?
-Sí, pero este señor comía el desayuno. Pues, le servían una gran taza de leche "postera" , con gotas de algún licor; un plato de lomo fino, bien asado; pasa enteras, huevos fritos y una taza de chocolate con pan de huevo y queso de Cayambe.
-¡Más que almuerzo!
Así es. Barriga llena, corazón contento, don ramón gozaba de la vida. Después del desayuno dormía la siesta. A la tarde, oloroso a perfume, salía a la calle. Bajaba a la Plaza Grande. Se paraba delante del gallo de la Catedral. Burlándose le decía:
-¡Qué gallito! ¡Que disparate de gallito!
-¿no se toma el desayuno?
-Sí, pero este señor comía el desayuno. Pues, le servían una gran taza de leche "postera" , con gotas de algún licor; un plato de lomo fino, bien asado; pasa enteras, huevos fritos y una taza de chocolate con pan de huevo y queso de Cayambe.
-¡Más que almuerzo!
Así es. Barriga llena, corazón contento, don ramón gozaba de la vida. Después del desayuno dormía la siesta. A la tarde, oloroso a perfume, salía a la calle. Bajaba a la Plaza Grande. Se paraba delante del gallo de la Catedral. Burlándose le decía:
-¡Qué gallito! ¡Que disparate de gallito!
Luego Don Ramón seguía por la bajada de Santa Catalina. Entraba en la tienda de la señora Mariana. Allí se quedaba hasta la noche. Cuando regresaba a su casa, don Ramón ya estaba coloradito. Había tomado algunas mistelas. Entonces gritaba:
-¡Para mí no hay gallitos que valgan! ¡Ni el gallo de la Catedral!
¡Don Ramón se creía el mejor gallo del mundo! Una vez ... había tomado más mistelas que de costumbre. Al pasar por el atrio de la Catedral, volvió a desafiar al gallo:
- ¡Qué tontera de gallito! ¡No hago caso ni gallo de la Catedral!
En ese momento se volvió más oscura la noche. Sintió que una espuela enorme le rasgaba las piernas. Cayó herido. El gallito le sujetaba y no le dejaba moverse. Un sudor frío corría por el cuerpo de don ramón. Creí que le había llegado el momento de morir. En eso oyó una voz que le decía:
¡Prométeme que no volverás a tomar mistelas!
¡Lo prometo! ¡Ni siquiera tomaré agua!
¡Prométeme que nunca jamás volverás a insultarme !
¡Lo prometo! ¡Ni siquiera te nombraré!
¡Levántate, hombre! ¡Pobre de ti si no cumples tu palabra de honor.
Muchas gracias por tu perdón, gallito.
Conseguido lo que esperaba, el gallito regresó a su puesto.
EN LA CASA 1.028
Había una vez una niña llamada Bella Aurora. Era hija de padres ricos y cariñosos. En aquel tiempo la Plaza de la Independencia no tenía el monumento a la Libertad, sino una pila al centro. Allí se realizó una gran corrida de toros.
En segundo lugar salió un toro negro. Luego de mirar a su alrededor se acercó lentamente hacia Bella Aurora, quien se desmayó del susto. Sus padres la llevaron a curarla del espanto.
Dicen que el toro negro se desesperaba en la plaza. Buscaba a la niña. Al no encontrarla saltó la barrera y se fue a la casa 1.028. Rompió la puerta de la calle. Subió al corredor. Olfateó por todas partes. Entró al dormitorio de Bella Aurora. Al ver al toro, ella quiso huir, pero no tubo fuerzas.
Solo alcanzó a dar un grito fuerte, mientras el toro la embestía. El animal desapareció después. Se hizo humo.
-¿Y los padres de Bella Aurora?
-Lloraron bastante por la muerte de su querida hija.
En segundo lugar salió un toro negro. Luego de mirar a su alrededor se acercó lentamente hacia Bella Aurora, quien se desmayó del susto. Sus padres la llevaron a curarla del espanto.
Dicen que el toro negro se desesperaba en la plaza. Buscaba a la niña. Al no encontrarla saltó la barrera y se fue a la casa 1.028. Rompió la puerta de la calle. Subió al corredor. Olfateó por todas partes. Entró al dormitorio de Bella Aurora. Al ver al toro, ella quiso huir, pero no tubo fuerzas.
Solo alcanzó a dar un grito fuerte, mientras el toro la embestía. El animal desapareció después. Se hizo humo.
-¿Y los padres de Bella Aurora?
-Lloraron bastante por la muerte de su querida hija.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)